¿Qué sucede cuando muere un papa? Así es el proceso para elegir a su sucesor

Cuando un papa fallece, la Iglesia Católica activa un proceso formal y meticuloso que abarca tanto la organización de sus funerales como la elección de su sucesor, el nuevo «sucesor de Pedro».

El cónclave: la elección del nuevo pontífice

Tras los nueve días de exequias del Santo Padre, se inicia el cónclave, el procedimiento mediante el cual se elige al nuevo líder de la Iglesia. Cardenales provenientes de todo el mundo viajan al Vaticano para reunirse en la Capilla Sixtina, donde deliberan acerca de las necesidades de la Iglesia y las cualidades que debe poseer el próximo pontífice.

Según explica el vaticanista español José Manuel Vidal, el proceso comienza con las congregaciones generales o pre-cónclave, donde todos los cardenales participan. Luego, entre 12 y 15 días después de la muerte del papa, únicamente los cardenales menores de 80 años ingresan formalmente al cónclave, aislados del mundo exterior. Durante este tiempo de oración y reflexión, invocan la guía del Espíritu Santo en busca del candidato adecuado.

Actualmente, son 138 los cardenales con derecho a voto, de los cuales 110 fueron nombrados por el papa Francisco. Las votaciones se desarrollan dos veces en la mañana y dos en la tarde, hasta que un candidato alcanza la mayoría requerida de dos tercios, que en esta ocasión equivale a 92 votos.

El anuncio de la elección se realiza mediante la tradicional «fumata blanca», el humo blanco que surge de la Capilla Sixtina y que indica que se ha alcanzado un acuerdo. Si no se logra el consenso, se emite la «fumata negra», señalando que el proceso de votación continúa.

Una vez elegido, el nuevo papa pasa por la llamada «estancia de las lágrimas», un espacio destinado al recogimiento personal antes de presentarse ante los fieles desde el balcón de la Logia Pontificia.

Desafíos y posibles candidatos

El sacerdote salesiano Heriberto Cabrera, doctor en teología y profesor de la Universidad Católica de Chile, advierte sobre un desafío particular en esta elección: el escaso conocimiento mutuo entre los cardenales. Esto, debido a que muchos de ellos fueron nombrados por Francisco desde diversas regiones del mundo, sin una participación activa en la curia romana.

A pesar de este escenario, ya se perfilan varios nombres como eventuales sucesores. Entre ellos destacan:

  • Luis Tagle, de Filipinas, proprefecto del Dicasterio para la Evangelización.

  • Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano.

  • Matteo Zuppi, arzobispo metropolitano de Bolonia y gran prior de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén.

  • Robert Sarah, de Guinea, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

  • Peter Turkson, de Ghana, canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias.

  • Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén.

  • Jean-Marc Aveline, arzobispo metropolitano de Marsella.

El futuro de la Iglesia Católica se definirá una vez más bajo los frescos de la Capilla Sixtina, en un proceso que conjuga tradición, fe y la responsabilidad de guiar a millones de creyentes en todo el mundo.

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