Vivimos en una sociedad en constante transformación y donde la digitalización de contenidos culturales forma parte del cotidiano. ¿Cómo incorporar esas tecnologías en escuelas o museos, pero sin perder la vinculación con la historia y la cultura? ¿Todo será virtual de ahora en adelante? ¿Eso incluye también al Patrimonio? ¿Significa eso que los museos desaparecerán como espacios de preservación de la cultura?
La virtualización del patrimonio debe considerarse antes como una herramienta que como un fin en sí mismo y digitalizar colecciones, es una forma de preservar y difundir la cultura de las comunidades lo que ofrece varias ventajas.
Hoy en día, las narrativas museográficas tienden cada vez menos a la linealidad, son resultado de procesos dinámicos co-producción del conocimiento donde participan las comunidades cuyo objetivo es reflejar la riqueza patrimonial con la que estas cuentan, por lo tanto, los museos se vuelven más inclusivos y participativos generando sentido de pertenencia.
La ventaja de estas experiencias virtuales que ofrecen los Museos Interactivos Digitales es que permiten realizar una lectura en distintas capas, encontrando nuevos significados y los visitantes pueden interactuar y tener una experiencia individual. Así, los museos tienden cada vez más a adaptarse en sus propuestas, a las necesidades de distintos usuarios con lo cual se enriquece la experiencia.
Esto último es importante, por cuanto la gamificación, que se presenta en videojuegos o en juegos de Realidad Virtual, atrae a público más joven, generando nuevas audiencias y no es menor su potencial didáctico puesto que “las tecnologías digitales permiten al público no sólo apreciar los objetos sino también sentirlos y experimentarlos a través de la comunicación y la interacción dentro de un entorno cómodo y agradable que aumenta la motivación para el aprendizaje y hace este más perdurable.” (*) Pensemos que los establecimientos educacionales a partir del año 2025 incorporan una nueva asignatura: Patrimonio, con lo cual los museos deben ser considerados aliados de los procesos educativos.
Más allá de la experiencia lúdica y sensorial que representan la realidad virtual, las experiencias inmersivas o la realidad aumentada, y que requieren planificación, conocimiento de los territorios y sus comunidades para que lo tecnológico no opaque al contenido, está la posibilidad de acceder a experiencias, a realidades, historias, y un cúmulo de conocimientos que de otra forma no podríamos ni soñar con aproximarnos, con lo cual, los Museos Interactivos Digitales permiten democratizar el acceso a la cultura. En la Región de Atacama, tenemos la buena experiencia de los Museos Interactivos Digitales de Freirina, Alto del Carmen y Tierra Amarilla, que han mostrado su atractivo para las nuevas generaciones.