La ciudad de Alepo, en el norte de Siria, volvió a ser escenario de enfrentamientos devastadores tras los bombardeos realizados esta madrugada por aviones de combate del Ejército sirio y su aliado, Rusia. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), los ataques se produjeron después de que grupos opositores armados, apoyados por Turquía, tomaran gran parte de la ciudad tras cuatro días de intensos combates.
Los bombardeos, centrados en el barrio de Al Furqan, en el oeste de Alepo, intentaron frenar el avance de la alianza insurgente Organismo de Liberación del Levante y otras facciones proturcas que lograron capturar importantes áreas de la urbe, incluidos edificios gubernamentales y prisiones. Además, las fuerzas rusas y sirias dirigieron ataques contra ciudades y pueblos en las provincias de Alepo e Idlib, ahora bajo control rebelde.
Estos bombardeos son los primeros en Alepo desde 2016, cuando el gobierno sirio retomó el control de la ciudad con apoyo de Rusia e Irán. Según el OSDH, la ofensiva rebelde ha generado un colapso significativo en las filas del Ejército sirio, cuyos efectivos se replegaron hacia Al Safira, en el este de Alepo, dejando atrás zonas estratégicas. Hasta el momento, se contabilizan al menos 311 muertos, entre ellos 183 insurgentes, 100 soldados sirios y milicianos proiraníes, además de 28 civiles, la mayoría víctimas de bombardeos rusos.
Esta ofensiva coincide con un alto el fuego en el vecino Líbano, donde Israel y el grupo libanés Hezbolá, aliado de Damasco, pausaron las hostilidades tras dos meses de enfrentamientos. La situación en Alepo subraya la volatilidad en la región, con un balance humanitario y político que sigue empeorando.
