“El pesado legado” Por Álvaro Iriarte (Director de Investigación Instituto Res Publica)

La última cuenta pública de la presidenta Bachelet fue ovacionada de pie por sus partidarios, la oposición mantuvo su crítica en cuanto a que el país va por mal camino y que las reformas han perjudicado a los sectores de ingresos medios, mientras que un sector más radical insiste en que las reformas y medidas, de clara inspiración estatista y populista, son insuficientes.

Los partidarios del gobierno saldrán a defender lo indefendible, tratando de convencer a la opinión pública que esta administración ha sido la mejor de la historia nacional. Están en su derecho. Asimismo, quienes creemos en las ideas de la libertad estamos en todo nuestro derecho de denunciar los retrocesos causados por la ideología, que terminan afectando a la inmensa mayoría de los chilenos. Para eso sirve precisamente una cuenta pública en democracia.

Desde el plano de las ideas, este mensaje ante el Congreso pleno es el capítulo final de un giro indiscutible hacia el estatismo, el asistencialismo y el populismo.

El próximo gobierno de Chile, sin importar su color político, recibirá una compleja herencia. La economía prácticamente no crece, y podría caer en recesión, la inversión extranjera está por los suelos y no hay señales de recuperación, aumentó la precarización del trabajo, se desaceleró la disminución de la pobreza; a lo que se deben sumar unas escuálidas arcas fiscales y un aparato estatal reventado de operadores políticos y de contrataciones innecesarias. En el plano político, la actual administración ha sido diligente en sofocar la visión socialdemócrata de los gobiernos de Patricio Aylwin y Ricardo Lagos, entregando el control de la agenda a grupos completamente ideologizados que no dudan en afirmar que los padres no tienen derecho a elegir la educación de sus hijos, que las personas no tienen libertad de emprender ni derecho a trabajar libremente; y que al mismo tiempo niegan furibundamente la violación de derechos humanos que ocurre en Cuba y Venezuela. Grupos que, además de ser minoría, se caracterizan por su intolerancia y violencia contra quienes no compartimos su obsoletas y fracasadas ideas.

Se trata de un pesado legado. Pero también es una gran oportunidad para que una propuesta de país, construida sobre las ideas de justicia y libertad, encante a los chilenos.

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