El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, pronunció este jueves un discurso desafiante en defensa de su decisión de imponer la ley marcial para «salvar» la democracia en el país, una postura que ha generado una fuerte oposición política y que podría resultar en su destitución. En su alocución, Yoon justificó el decreto de estado de excepción, aludiendo a la necesidad de proteger la «democracia liberal» frente a lo que calificó como una «dictadura parlamentaria» impuesta por la oposición, que posee mayoría en el Parlamento.
El mandatario, quien solo había aparecido públicamente en dos ocasiones desde la proclamación de la ley marcial, reiteró que su medida había sido una respuesta a la amenaza de la oposición y aseguró que la movilización de tropas fue limitada, involucrando solo cuerpos de élite para garantizar la seguridad del Estado. Yoon, además, denunció que se estaba fabricando un delito de insurrección en su contra, al tiempo que negó que estuviera dispuesto a dimitir o evitar asumir «responsabilidades legales y políticas».
A pesar de sus declaraciones, la situación política se complica para Yoon. El líder del Partido del Poder Popular (PPP), Han Dong-hoon, expresó previamente su apoyo a la moción parlamentaria que busca destituir al presidente, la cual se votará el próximo 14 de diciembre. Aunque solo siete diputados del PPP han manifestado su intención de respaldar la destitución, el discurso de Yoon, que no mostró señales de ceder, y las reacciones dentro de su partido sugieren que más parlamentarios podrían unirse a la moción.
La moción requiere al menos ocho votos del PPP para alcanzar una mayoría de dos tercios en el Parlamento, lo que permitiría que el caso sea remitido al Tribunal Constitucional, que deberá determinar si la decisión de Yoon de declarar el estado de excepción el pasado 3 de diciembre violó la Constitución.