Las fuerzas ucranianas iniciaron este domingo una nueva ofensiva en la región de Kursk, ubicada en el oeste de Rusia, marcando el segundo ataque en esta área tras la operación sorpresa de agosto pasado. Tanto el gobierno de Ucrania como las autoridades rusas confirmaron la acción.
«Rusia está recibiendo lo que merece», afirmó en Telegram el jefe de la oficina presidencial de Ucrania, Andriy Yermak, destacando el avance de las tropas ucranianas. Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso reconoció los ataques y aseguró haber repelido dos intentos ofensivos, calificando la situación como «bajo control» tras una respuesta combinada de artillería y aviación.
Según informes rusos, uno de los ejes del ataque ucraniano incluyó un grupo de quince blindados, compuesto por dos tanques, un vehículo de ingeniería y doce blindados de combate. El mando militar ruso informó la destrucción de diez vehículos ucranianos y la continuación de operaciones para neutralizar a las fuerzas de Kiev.
Contexto estratégico y objetivos
La ofensiva ucraniana parece tener como objetivo estratégico asegurar la carretera que conecta Sudzha con la ciudad de Kursk. Sudzha, una localidad tomada por las fuerzas ucranianas en agosto, es clave para el avance en la región. Desde entonces, Ucrania logró controlar temporalmente 1.100 kilómetros cuadrados, aunque más de la mitad del territorio fue recuperado por la contraofensiva rusa en los últimos cinco meses.
Este nuevo ataque ocurre en un contexto político significativo, ya que se desarrolla a pocas semanas de la asunción del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. Según analistas, la operación podría fortalecer la posición de Ucrania en posibles negociaciones de cese al fuego, mientras el conflicto se mantiene en un punto álgido.