
Una expedición del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO) logró detectar por primera vez deformaciones en el suelo oceánico de la Fosa de Atacama, un hallazgo clave para comprender los procesos dinámicos en las profundidades del océano y su relación con la generación de megaterremotos y tsunamis.
El estudio, desarrollado en el marco del proyecto IDOOS de la Universidad de Concepción, busca investigar los mecanismos que vinculan la actividad tectónica con la evolución del ecosistema marino en esta zona extrema del Pacífico Suroriental. El director del proyecto, Marco Moreno, destacó la importancia de estos datos, que por primera vez permiten obtener mediciones continuas sobre procesos oceanográficos y tectónicos de manera simultánea.
La Fosa de Atacama, que alcanza más de 8 kilómetros de profundidad a solo 130 kilómetros de la costa chilena, es una de las principales áreas de subducción en el mundo, donde la placa oceánica se desliza bajo la continental acumulando energía durante décadas o siglos. En esta región, la última gran liberación de energía ocurrió en 1922, y estudios indican que la zona se encuentra en una fase de acumulación que podría derivar en un evento sísmico de magnitud 8,0 a 8,5.
En enero de 2025, un equipo del IMO regresó a la fosa a bordo del buque Cabo de Hornos de la Armada de Chile, logrando la recuperación de los datos almacenados en sensores submarinos instalados en 2023. Estos registros permitirán evaluar si la energía acumulada en la brecha sísmica de Atacama alcanza la fosa oceánica, lo que podría determinar la posibilidad de un gran tsunami en la región.
El éxito de la misión, que logró recuperar el 100% de los datos, representa un hito en la exploración del océano profundo y refuerza la importancia del monitoreo geofísico para la prevención de desastres naturales en Chile.