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Día del Orgullo Autista: Psiquiatra de Clínica Las Condes aboga por “inclusión real” y “entender que un niño desregulado no es un ‘niño malcriado’”

La especialista Verónica Zumarán explica que “el TEA afecta el procesamiento neurológico y la manera en que se configura el sistema nervioso” y que “lo importante es comprender que NO estamos frente a personas ‘enfermas’”

 

Estar en una sala de clases y sentir el sonido del lápiz de un compañero marcando el cuaderno, el plumón con que la profesora va escribiendo indicaciones en la pizarra, el viento que sacude una ventana, la moto que pasó por la calle o el tambaleo de un pie sobre el suelo.

Muchos de estos sonidos forman parte del ambiente que se vive en una sala de clases sin que, para la mayor parte de los estudiantes, genere una interrupción en la labor que realizan. Para un niño con autismo, sin embargo, esos sonidos pueden resultar disruptivos y provocarles una desregulación.

Ese es uno de los tantos desafíos a los que se enfrentan las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y que, lejos de tratarse de una enfermedad, es parte de sus condiciones de vida y de su forma de procesar la información y estímulos que los rodean.

Con esa visión, desde 2005, cada 18 de junio se celebra el Día Mundial del Orgullo Autista, fecha con que se busca rechazar la negatividad en torno al autismo y celebrar el espectro autista como parte de la neurodiversidad.

La psiquiatra de Clínica Las Condes, Dra. Verónica Zumarán, explica que “el TEA afecta el procesamiento neurológico y la manera en que se configura el sistema nervioso, por lo que una persona con TEA presenta un desarrollo atípico desde el punto de vista del lenguaje, la comunicación e interacción social y/o las habilidades de juego, entre otros. Lo importante es comprender que no estamos frente a personas ‘enfermas’; el autismo es una condición, es una forma de procesar la información de manera diferente a la mayoría, pero no una patología que deba enfrentarse con determinados remedios o tratamientos”.

No obstante, la especialista detalla que “cada persona autista puede presentar distintos niveles de intensidad en las características propias de su condición. Así, algunas no tienen comunicación verbal o requieren mayor asistencia en su desempeño diario, mientras que hay otros que pueden desenvolverse de manera independiente la mayor parte del tiempo”.

En cualquier caso, dice la Dra. Zumarán, “es necesario, primero, contar con un diagnóstico a edad temprana, que es uno de los principales objetivos de la Ley TEA que se aprobó en nuestro país hace poco más de un año. Luego, las terapias con fonoaudiólogos y terapeutas ocupacionales permiten que un niño autista pueda ir contando con herramientas adecuadas para desenvolverse en su día a día”.

“Como país, tenemos el enorme desafío de concientizar sobre el TEA, habilitar mecanismos reales de inclusión y dejar de juzgar a los niños porque, por ejemplo, deciden estar más solos en los recreos o les cuesta más interactuar con sus pares. Y los adultos deben entender que un niño desregulado no es un ‘niño malcriado’, sino una persona que no sabe bien cómo expresar ya sea cansancio, hambre, calor o distintas sensaciones que, para las personas neurotípicas se procesan y resuelven en la comunicación”, sostiene.

Así, el llamado de la psiquiatra es que “es importante informarse adecuadamente y buscar la orientación de expertos cuando presenciamos ciertas señales de alerta en el comportamiento de un niño, adolescente o adulto. Es fundamental evitar caer en prejuicios y en su lugar, aprender a valorar la diversidad. Ofrecer apoyos reales es esencial para contener y acompañar los procesos vitales de las personas autistas y sus familias” concluye la especialista de Clínica Las Condes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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