Corea del Sur, Estados Unidos y Japón realizaron este domingo ejercicios aéreos combinados, en los que participó al menos un bombardero estratégico B-1B, al sur de la península coreana, y en respuesta al lanzamiento por parte de Pionyang de un nuevo tipo de misil balístico inercontinental.
Los ejercicios trilaterales se llevaron a cabo sobre aguas al este de la isla de Jeju, al sur de Corea del Sur, según informó el Ejército surcoreano, en una aparente demostración de fuerza por parte de las tres naciones aliadas tras el lanzamiento de un misil por parte de Corea del Norte esta semana.
En los ejercicios participaron en los mismos aviones de combate surcoreanos, estadounidenses y japoneses, que escoltaron al menos a un bombardero estratégico estadounidense B-1B.
Este tipo de bombarderos, raros en la península hasta el año pasado, eran frecuentes en sus ejercicios aéreos de 2017, cuando la tensión entre Corea del Norte y EE.UU. alcanzó niveles peligrosos.
Según el Estado Mayor Conjunto surcoreano (JCS), en los ejercicios se utilizó el bombardero pesado para atacar un objetivo simulado, lo que demuestra sus «abrumadoras» capacidades.
«Este ejercicio se llevó a cabo en respuesta al lanzamiento de un misil balístico intercontinental por parte de Corea del Norte el 31 de octubre», dijo el JCS en un comunicado, que añadió que los tres países reforzarán su coordinación en seguridad «para responder a las amenazas».
Se trata del segundo ejercicio aéreo entre las tres partes este año, dijo el JCS y se produce después de que Pionyang probara con éxito esta semana un nuevo misil balístico intercontinental, llamado Hwasong-19.
Nuevo misil norcoreano
El test se llevó a cabo bajo la supervisión del líder norcoreano, Kim Jong-un, y según él mismo, supone un hito en la «perpetuación de la superioridad absoluta» de las fuerzas armadas del país, según publicó la agencia estatal norcoreana KCNA.
El misil, lanzado el jueves, recorrió una distancia de unos 1.000 kilómetros desde su punto de lanzamiento en el interior de Corea del Norte hasta caer en aguas al norte de Japón, alcanzando una altura máxima de 7.000 kilómetros, según los datos recogidos por las autoridades en Tokio y Seúl.
En 2023, Corea del Norte había probado el Hwasong-18, otro misil balístico intercontinental, de los más sofisticados del arsenal norcoreano, ya que utiliza combustible sólido, que no necesita cargarse antes del lanzamiento, a diferencia del combustible líquido, lo que hace más difícil detectar los preparativos del lanzamiento y menos probable que se convierta en un objetivo de ataques preventivos.