Durante el transcurso del verano, muchas personas notan la aparición de manchas en la piel. Estas alteraciones en la pigmentación de la piel, que suelen verse en la cara, pecho y manos, son una consecuencia directa de la exposición a la radiación ultravioleta.
Según el Dr. Francisco Pereira, dermatólogo y académico de la Escuela de Medicina de la U. Andrés Bello, explica que la luz solar estimula la producción de melanina, que es el pigmento que nos protege de los rayos UV, pero que también es capaz de generar manchas. Además, existen factores hormonales, genéticos y el tipo de piel que influyen en su aparición.
Prevención
Por más obvio que parezca, el docente sostiene que la mejor estrategia para evitar las manchas es reducir la exposición al sol, “es fundamental el uso de protectores solares con factor mayor a 30, reaplicándolos cada dos o tres horas. Ideal, también, complementarlo con medidas físicas como sombreros, ropa con filtro UV y evitar la exposición en las horas de mayor radiación”.
En el caso de pieles sensibles, por ejemplo, que tienden a la rosácea, el doctor recomienda fotoprotectores especiales, como los bloqueadores o filtros minerales. Para pieles grasas, sugiere aquellos que sean oil free o gel oil free, que dan un toque seco; mientras que, para pieles mixtas, señala los protectores water gel como una buena opción.
Cómo tratarlas
Si las manchas ya aparecieron, Pereira indica que existen opciones para atenuarlas. “Lo primordial es siempre mantener una protección solar estricta, sobre todo para aquellas personas que sufren constantemente estos trastornos de pigmentación. Esto es muy importante, porque, aunque tratemos las manchas con distintas modalidades terapéuticas, si el paciente no se cuida y no se mantiene una crema despigmentante estas manchas volverán a aparecer”, subraya.
Algunos de los despigmentantes más conocidos y efectivos está la hidroquinona o el ácido retinoico o la combinación de ambos denominada como Tri-Luma. Por otro lado, para casos más severos, el dermatólogo menciona algunas terapias lumínicas o con láser, como el Q-Switched para el tratamiento del melasma o de lentigos solares, y por otro lado, tratamientos más abrasivos como la crioterapia.
Cuidados posteriores
Independientemente del tratamiento elegido, el cuidado posterior es imprescindible. «El filtro solar sigue siendo el pilar fundamental. Además, el uso de antioxidantes como la vitamina C y ácido hialurónico ayuda a mantener la piel saludable y prevenir el envejecimiento», detalla el Dr. Pereira. Además, advierte que cualquier mancha de aparición reciente, con cambios de color o forma irregular, debe ser evaluada por un dermatólogo, ya que podría tratarse de una lesión maligna.